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TEMA 3
RECOMENDACIONES PARA EL DISEÑO DE PLV
En primer lugar, hemos de recordar que, para ser efectiva, la PLV ha de ser vista. Por lo tanto, todas sus características (tamaño, colores, diseño, colocación…) deberán supeditarse a este requisito principal.
Así mismo, a la hora del desarrollo de cada una de las piezas se debe ser consciente de que la creatividad y originalidad son buenas pero que ha de tenerse siempre en cuenta el universo del producto y la marca.
Esto significa que la PLV estará en consonancia con el resto de mensajes emitidos por la empresa y, en concreto, con el resto de mensajes de tipo publicitario, aplicándose los mismos códigos visuales en cuanto a color, tipografías, imágenes, mascotas, eslóganes, etc.
De igual forma, el tema elegido para el desarrollo del punto de venta, deberá proceder del entorno de la marca, del producto o del público objetivo. Y, así, por ejemplo, podrían tomarse como ideas generadoras del expositor los siguientes aspectos:
La forma del envase del producto: Unos refrescos se exponen dentro de una nevera con la forma cilíndrica de una lata de refresco.
La forma del producto: Las cuerdas de una guitarra se exponen en un display con forma de guitarra.
El nombre del producto: Los productos de la marca El Castillo se presentan en un expositor con forma de castillo.
La mascota de la marca: Si la mascota es un oso, el display tiene forma de oso que extiende las manos y presenta el producto.
Un elemento asociado al uso del producto: Unas zapatillas para tenis se presentan en un display con forma de raqueta.
Un elemento cercano al destinatario: Unos libros escolares se exhiben en un expositor cuyo eje central simula un lápiz.
Por otra parte, la PLV deberá estar en consonancia con el estilo y discurso de la marca. Si la marca es ecológica, los materiales utilizados en la fabricación de la PLV también deberán ser ecológicos; si la marca se identifica con los valores de lujo y prestigio, los materiales deberán también ser lujosos (o, al menos, parecerlo).
Otro aspecto a tener en cuenta es que la forma y los colores del expositor pueden servir para reforzar el beneficio ofrecido por el producto. Esta idea nos llevaría a diseñar un expositor estilizado, liviano y de aspecto ligero para unas pastillas para adelgazar; o un display repleto de colores ácidos (amarillo, naranja…) para unos zumos de alto contenido en vitamina C.
También es importante considerar que el paso del tiempo hace que la PLV pierda capacidad de impacto y que el comprador se acostumbre a ella y deje de ser efectiva. Por ello, sobre todo en las piezas de tipo permanente, conviene pensar en la forma de renovar de modo periódico y fácil su aspecto, con el fin de hacerlas parecer nuevas y que recuperen su capacidad de impacto.
Se debe buscar en todo momento la facilidad y comodidad en la colocación y montaje de la PLV, sobre todo en los casos en los que el distribuidor ha de hacerse cargo de ello.
La interacción que tan de moda se ha puesto con la irrupción del mundo digital, también podría aplicarse al diseño de PLV. Con esta idea, podría diseñarse un display con una lengüeta para que el cliente tire de ella y, como en los cuentos infantiles, haga aparecer el producto; o puede invitarse al comprador a que gire una rueda, presione una palanca, apriete un botón, estire de una cuerda, escriba su nombre… Estas acciones no sólo captan la atención del cliente, sino que impiden que la PLV pase desapercibida, mejoran el recuerdo de la marca y del producto y aumentan la probabilidad de compra.